ESPECIAL DE HALLOWEEN

 

INVISIBLE.

Mucho y poco se ha dicho de las festividades de Halloween. Pero en realidad son muy pocos los que conocen su verdadero significado. Aun así, los que no sabemos nada de esta fiesta como: su origen pagano o su vínculo estrecho con tradiciones religiosas, la aceptamos como una tradición jovial y alegre que estrecha vínculos entre la gente.

Con el trascurrir de los años la noche de Halloween se empezó a considerar una fecha especial en la mayor parte de los países del mundo. Esto por ser el momento en el que vemos con mayor claridad la inocencia de los niños, cuando salen disfrazados a recorrer las calles de su ciudad, entonando canciones con el anhelo de recibir un dulce por premio. O la picardía de los jóvenes cuando salen disfrazados con trajes llamativos y estrafalarios con los que buscan asustar o llamar la atención de los demás. Incluso de padres, madres y abuelos que salen con sus niños disfrazados para acompañarlo en las correrías por los dulces en una bella tradición familiar.   

Muchos han querido estigmatizar esta tradición con consignas que no les veo relación con la idea moderna de Halloween. Como es acreditar una cierta aura de maldad, perversión o satanismo al hecho que cientos de personas salgan con sus disfraces a pedir dulces y disfrutar de esta festividad.

Más allá de eso, lo más alucinante de esta fecha es la relación que tienen con la muerte o lo sobrenatural, ya que de vieja data estos temas han sido objeto de intriga y fascinación en el ser humano. Situación que incluso ha llevado a que cientos de escritores, poetas y artistas de diferentes disciplinas, retraten a la muerte y lo sobrenatural en sus obras artísticas y textos, dándole una relevancia y connotación especial.

Por mi parte, me considero un escritor fascinado con los temas relacionados con la muerte y lo sobrenatural, ya que el misticismo y la zozobra que despierta en mí, ha generado que sea un objeto constante de mi escritura. Es por tal motivo que, el propósito de este escrito es describir una circunstancia que se acerca o asemeja mucho a lo sobrenatural. Y es esa impotencia de sentirte inmerso en un plano en donde tu imaginación toma el control de tus sentidos y te sumerge en una aventura que roza la locura.

Es así como doy inicio al relato de uno de los sucesos más paranormales que he vivido a lo largo de mi existencia…

Una madrugada cualquiera mientras descansaba en la comodidad de mi cama:

-           ¿Quién anda ahí?

Pregunte mientras recorría un sendero estrecho, tenuemente iluminado por el opaco brillo de la luna. Que no me permitía ver más allá del siguiente paso que estaba a punto de dar.    

-           ¿Quién anda ahí?

Repliqué y sentí mi corazón desbocarse por el pánico. Ya que me sentía observado fijamente por algo invisible que no lograba comprender. Entre tanto sentía una sensación extraña. Como una presión en el pecho y un ardor en la cabeza que me hacía sentir aterrado.   

-            ¿Quién anda ahí?

Volví a preguntar, pero nada se hacía presente. No obstante, me sentía observado por algo que no estaba ahí, por algo que no veía, por algo que no estaba presente. Aun cuando lo sentía respirar muy cerca de mi oreja. Entre tanto seguía caminando como si supiera a donde dirigirme. Aunque lo cierto era que caminaba por la inercia que produce no poder detenerse.

-            ¿Quién anda ahí?

Pregunte y la brisa se hizo presente, trayendo consigo la fría lluvia que penetraba los huesos de mi cuerpo dificultándome cada movimiento. Mientras, era testigo del tambalear de los árboles que tenía en frente y a mi alrededor. Que con la sombra mortecina de sus ramas y troco tornaba sombrío el ambiente.

-           ¿Quién anda ahí?

Insistí en mi pregunta y no encontraba respuesta. No obstante, sentía cada vez más cerca su respiración agitada en mi oreja. Como un fuerte gruñido que me paralizaba las piernas. Sin embargo, guiado por el miedo o mí instinto de supervivencia, seguí avanzando con dificultad entre la tupida maleza, los inmensos árboles y la oscuridad

-           ¿Quién anda ahí?

Pregunté atemorizado. No hubo respuesta, pero empecé a escuchar con mayor claridad el rechinar de la madera, el gruñido traído por el viento gélido y pasos acelerados de una bestia que subía y bajaba con insistencia unas escaleras, con la rapidez usual de alguien que lleva afán.

-            ¿Quién anda ahí?

Pregunté espantado al escuchar su respirar furioso cada vez más cerca, al tiempo que sentía mi corazón sobrepasar su límite, de manera frenética y desordenada, acelerándose cada tanto más y más a medida que escuchaba con mayor claridad sus pasos acelerados en las escaleras y en los pasillos.

-            ¿Quién anda ahí?

Pregunte y mis piernas torpes intentaron correr para huir de aquella criatura furiosa que me acechaba en la oscuridad. Sin embargo, en ese momento mis pasos eran necios y mis piernas débiles, por lo que tastabillaba sin cesar. Y a pesar de mi esfuerzo sobrehumano por avanzar y ponerme a salvo, no conseguía huir.

-            ¿Quién anda ahí?

Replique y mis pasos no avanzaban, no me llevaban a ningún lado. Parecían estar enterrados en el fango espeso de un pantano. Atemorizado me empezó a faltar la respiración, hasta que perdí la conciencia. Luego, al volver en mí, sentí como flotaba en un fondo negro, navegando a la deriva hacia la nada. 

-             ¿En dónde estoy?

Pregunte aterrado al despertar en mi cama, inmóvil con la respiración agitada y el corazón desbocado por el pánico que me inundaba. A la vez que seguía escuchando su caminar de arriba abajo como si estuviera buscando algo o a alguien. ¿A mí? Me preguntaba inquieto mientras intentaba despertar.  

-            ¿Quién anda ahí?

Pregunte aterrado al levantar la cabeza y ver que estaba siendo observado desde la orilla de mi cama, por la figura mortecina de una sombra de ojos rojo penetrantes que me miraba fijamente. Intente aclara la vista para detallarlo; no obstante, su estampa era difusa.

-             ¿Quién eres?

Le pregunte, pero no hubo respuesta. De a poco su figura se empezó a aclarar con cada paso que daba para acercarse a la cabecera de mí cama. Su sonrisa era enorme y espantosa dotada con afilados dientes. Su caminar era lento y salteado, algo torpe y ruidoso por el tastabillar de sus patas peludas de chivo. Y su figura asemejaba la de un hombre calvo en la corona de la cabeza con algunos pelos alborotados en las cienes. De ojos taciturno y rojizos que desbordaban una mirada siniestra.

-             ¿Qué quieres?

Intente preguntar con mi boca petrificada de la cual no salía palabra alguna. Con un ademan me hizo flotar por encima de mi cama, donde mi cuerpo estático yacía acostado. Intente gritar, pero nadie me escuchaba. Entre tanto eso caminaba esbozando sus afiladas garras y enormes dientes. Mientras que con su dedo ponzoñoso me indicaba que dejara de gritar.

-             ¿En dónde estoy?

Pregunte al despertar, viendo mí habitación solitaria. Entre tanto mi corazón seguía desbocado y las sábanas lavadas en sudor.

-            ¿Quién anda ahí?

Pregunte al escuchar sus pasos acelerados que no cesaban de subir y bajar las escaleras, como si estuviera buscando algo a alguien con desesperación. Mientras el crujir de la madera de las barandillas me hacían rechinar los dientes y tambalear la cabeza con frenesí.

-            ¿Quién anda ahí?

Volví a preguntar asustado, pero el sonido se detuvo… No se escuchaba nada y pensé que ya todo había acabado. De repente giré la cabeza y me di cuenta que eso estaba ahí, a mi lado. Observándome con su mirada penetrante que reflejaba perversión y malicia, con una sonrisa de satisfacción por haber encontrado lo que buscaba.   

-            ¿Quién eres?

Le pregunte atemorizado, pero no quiso contestar. Insistí en mi pregunta. Cuando pensé que no iba a responder, con voz chirriante y pavorosa dijo: soy tu mayor miedo, eso que nunca tardas en recrear. Ahora que estoy acá, tu alma he venido a buscar para que me acompañes al infierno que construiste.

En ese momento intente gritar. Sin embargo, sus manos me taparon la boca con fuerza, provocando pequeños cortes en la piel de mi rostro.

-            ¿Qué quieres?

Le repliqué mientras me soltaba. Y sin contestar lo vi alejarse por la escalera que llega a mi habitación, llevándose tras de sí el rechinar de la madera, el rugido de su respiración y el brillo de sus ojos rojos.

-             ¿Quién anda ahí?

Pregunto todas las noches y no encuentro respuesta…

CHACAL NEGRO...




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