DEMOCRACIA.
LA IMPORTANCIA DEL VOTO.
Aquellas
personas que somos nacidas en Colombia, nacionalizados colombianos o que
incluso residimos en el país; sabemos que se acerca la recta final de una carrera
desgastante de compromisos, besos, abrazos, promesas irrealizables e
interminables reuniones para ocupar cargos de elección popular en gobernaciones,
asambleas, alcaldías, concejos municipales y juntas administradores locales que
se ponen al escrutinio público a través del derecho al voto que se efectuara el
día 29 de octubre del presente año.
Podemos
pensar que el derecho al voto es intranscendente y que, a fin de cuentas, solo consiste
en acudir a una mesa de votación, previamente establecida, y marcar un tarjetón
con X sobre el rostro del candidato que con sus propuestas más nos convenció y señalar
de esa manera nuestra libre determinación por escoger a esa persona para ocupar
la dignidad para la que se postuló. No obstante, en ese rito tan elemental se
juga más que una libre elección, el apoyo a un candidato, la ayudada a un amigo
o familiar, o la defensa de un ideal u interés particular. Puesto que, en ese
sencillo e importante acto se pone en juego el bienestar de un territorio y el
porvenir de cientos de ciudadanos.
Pero,
¿Qué es el voto? Quizás sea cierto que lo más pertinente para empezar el
presente escrito, hubiese sido haber respondiendo esta pregunta trascendental.
Sin embargo, la idea no es escribir un tratado que hable al respecto de derecho
al sufragio o documentar la teoría y doctrina que hay detrás de este derecho fundamental.
Dado que no persigo ese interés. Además, bastante se ha hablado al respecto en
textos académicos mejor documentados como para volver sobre la misma línea.
Aun
con todo, quisiera definir el voto de una manera muy sencilla, sintetizando de
la mejor manera lo que entiendo por este derecho, como:
“Si acaso uno de los derechos más importes que se
deben garantizar en países democráticos como Colombia. El cual consiste en el
derecho que tenemos los ciudadanos a elegir a nuestros representantes o ser
elegidos para representar una colectividad”.
Es
decir que, es el derecho que tenemos los ciudadanos a tomar partido o postura
sobre las decisiones que afectan o benefician a la colectividad; a partir de la
elección de los candidatos que representan los intereses de todos los
ciudadanos como una colectividad. O en su defecto, es el derecho que tiene
cualquier ciudadano que, cumpla con las exigencias de ley; a postular su
candidatura para aspirar a ocupar un cargo en las corporaciones públicas
mencionas y a partir de la elección de su candidatura, fungir como delegado
de una colectividad de votantes que puso sus esperanzas y confianza en esté a través
del sufragio.
Por
otra parte, el voto en sí mismo, no solo constituye un derecho o una facultad.
Pues también, consiste en el deber u obligación que tenemos los ciudadanos a
intervenir en las decisiones que ocupan al país; ya que de este depende que se
vea beneficiado o no el desarrollo de la nación. En otras palabras, con nuestra
libre determinación de participa en la democracia, garantizamos que este
sistema político cumpla su función pública en la sociedad; que no es cosa
diferente a procurar y/o garantizar el bienestar general de la sociedad. Mismo
que, repercute directamente en la calidad de vida de los contribuyentes o
ciudadanos que habitan el territorio nacional.
Ahora
bien, no voy a mentir diciendo que considero al sistema democrático como un
sistema político perfecto por excelencia, que carece de cualquier tipo de error
o amaño de poder. Por el simple hecho que no es cierto. Y eso tiene su razón de
ser. Pues si nos fijamos a lo largo del tiempo en gran parte del territorio
nacional se han asentado poderosos clanes políticos que han corrompido las
corporaciones gubernamentales en su propio beneficio. Con el firme propósito de
adueñarse de los recursos públicos para usarlos en su provecho. Lo que a su vez
condena al país en general, y en específico a las regiones, departamentos y
municipios; a la pobreza, la violencia, el atraso, la inequidad, y muchos otros
flagelos que llegan de la mano con la corrupción. Entre otros tantos que van encaminados en la misma linea.
Es
así que, aunque varias candidaturas se muestran independientes y alejadas de
las prácticas corruptas que por años se han incrustado en el sistema
democrático colombiano; lo cierto es que siguen ciertos patrones que tienden a
dar continuidad a dichas prácticas. Como es la adhesión o el apoyo recibido a
sus candidaturas de personajes que se vieron implicados en escándalos de
corrupción. Lo que procura que entre estos se forjen peligrosas alianzas que
entorpecen el desarrollo de la sociedad a coste de su propio beneficio.
De
igual manera, critico el hecho de dar continuidad a viejas investiduras de
personajes que llevan más de tres periodos en la misma dignidad. Pues considero
que, lo único que se hace con esto es dar continuidad a viejas prácticas de
amaño del poder. En donde los mismo pierden el interés por contribuir en la
construcción de una mejor sociedad; por la idea de mantenerse en cargos
públicos en búsqueda de alcanzar su propio beneficio en detrimento del interés
social. Por lo mismo, me gustaría ver algún día que por medio del magisterio de
la ley se limite la cantidad de periodos que una persona puede ostentar en un
cargo de elección popular.
Por
otra parte, mantengo la idea inmutable que se debe evaluar la idoneidad y
preparación del candidato que aspira a desempeñar cualquier cargo público. Dado
que, al representar una colectividad que se asienta en un territorio
determinado; sus decisiones tienen consecuencias directas en el desarrollo de ese
territorio, de esa colectividad a la que representa y en general, en la vida de
todas las personas que integran la sociedad.
En consecuencia, considero que nosotros como futuros votantes, debemos exigir a todos los candidatos que aspiran a ocupar un cargo público de elección popular tener los conocimientos, las habilidades y la experiencia suficiente para ocupar dicha dignidad a la que aspiran. Ya que de sus decisiones y gestión depende el bienestar general de la sociedad y la calidad de vida de los contribuyentes.
Piénsese
entonces al estado como una gran empresa llena de contribuyentes, en donde se
postulan miles de aspirantes a ocupar un cargo. Ahora supongamos que nosotros -los
votantes- somos los jefes de selección de personal de esa empresa. Lo primero
que debemos hacer es revisar y analizar si los aspirantes a ocupar el cargo
ofertado cumplen los requisitos mínimos que se exigen para posesionarse, a
saber: las habilidades, los conocimientos y la experiencia que se requiere.
Dado que, hacer este estudio nos garantiza que llegue personas idóneas a ocupar
el cargo. Es decir que, se les debe exigir a todo aquel que aspire a ser funcionarios
públicos, cumplir con una serie de requisitos mínimos, que son necesarios para
aspirar y ocupar un cargo público; ya que de esto depende que esa enorme
empresa que conocemos como estado cumpla sus fines sociales.
No
obstante, muchas veces noto que los candidatos a ocupar cargos públicos como
consejos municipales, asambleas departamentales y demás; no tienen ningún
conocimiento sobre el cargo que desea ocupar. En otras palabras, no saben nada
de las funciones que tienen que llegar a ejecutar si llegan a quedar electos en
las votaciones. Tampoco tiene las habilidades para el cargo y muchas veces
carecen de experiencia en temas relacionados con administración pública. Aun
así, se postulan sosteniendo su candidatura sobre una base poco solida de
mentiras, promesas incumplibles, ofensas a otros contendientes, descredito de
la labor de sus oponentes, mítines y palabras incoherente, carne asada, tejas,
bultos de cemento y un prolongado etcétera.
Lo
anterior, a mi entender tiene una lógica simplista. Y es que la política dejo
de buscar un fin social para convertirse en una manera fácil y cómoda de
alcanzar fines personales como es enriquecerse. Ya que, si muchos se postulan
para ocupar cargos públicos, no lo hacen con el fin de contribuir a la sociedad.
Sino es con la esperanza o propósito de aumentar su patrimonio personal. Dejando
los fines del estado y las necesidades de la comunidad que dicen representar
para lo último.
Más
allá de eso, mayor parte de la responsabilidad en que sigan vigentes esa clase
de problemáticas recae sobre nosotros, los sufragantes. Porque nosotros somos
los que permitimos que esa clase de candidatos se conviertan en funcionarios públicos.
De ahí la importancia de tener conciencia
de la importancia del voto. Sumado al poder y responsabilidad que tenemos en
nuestras manos cuando ejercemos nuestro derecho al sufragio. Porque, aunque
parezca un rito sin ninguna o poca importancia; donde nos limitamos a señalar
al menos peor de todos los candidatos. De nuestra decisión y manifestación de
voluntad se desprende muchas cosas, entre esas el bienestar de los territoritos,
los municipios, los departamentos y en especial de sus habitantes.
Es
por eso que, en mi opinión personal, el derecho al voto va más allá del interés
personal de un candidato o sus colaboradores. Ya que en su ejercicio esta el
devenir y las esperanzas de un conglomerado de personas que habitan un territorio.
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